domingo, 20 de mayo de 2012
VARIACIONES II
Hay escritores que una vez fueron decisivos para nuestros sueños de ese momento, y que luego la vida ha ido olvidando; en ocasiones - pienso en Wilde, en Goethe - vuelven tras muchos años, y se quedan. Hay otros que nos han acompañado siempre, y no son necesariamente nombres que la Historia tenga reconocidos como indiscutibles - (de uno se nos quedó un poema que acaso no es muy considerable, pero sí tuvo para nuestra formación una importancia especialísima; de otro, aquel personaje de una novela por otra parte detestable, nos abrió caminos a entender algunas de nuestras propias obscuridades). La mayoría de los que se unieron a mi vida para no abandonarme jamás - Tácito o Kavafis, Virgilio, Stendhal, Quevedo, Li Po, Manrique, Borges o Nabokov, o Hume, Durrell, Reyes, Casanova, Dante, Homero o Flaubert, Cervantes, Melville, Montaigne... no sé, son tantos... - lo hicieron ya cuando la vida había asentado, o casi asentado, un cierto gusto, una forma de "desear" la página, que si puede regalarnos un conocimiento más profundo, afilar nuestras conjeturas, apoderarse de nuestro entendimiento,lo hace de otra forma que ya no es lo que había sido el fuego de la niñez, cuando uno lee como seguramente no vuelve a leer jamás, a asombrarse como nunca volverá a sentirlo.
Pero hay tres cuya huella no se ha borrado ni un sólo día desde la niñez y a los que cuando releo y releo siento aquella misma emoción, no solamente incrementada, sino "aquella" : aquel vértigo, aquel entusiasmo, aquella alegría, aquella pasión: MACBETH ( y su lectura, que me conmocionó, fue de una traducción puede que no muy poderosa ), Lawrence de Arabia - aquella REBELION EN EL DESIERTO de Edt. Juventud - y sobre todos, Stevenson. Como Borges decía que también lo había sido para él desde la niñez, Stevenson ha sido para mi una de las formas de la Felicidad.
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Bravo!
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