domingo, 20 de mayo de 2012
VARIACIONES I
Hay dos hechos que deberían hacernos reflexionar: El poder de
los intransigentes siempre vence a la inteligencia y la virtud durante cierto tiempo; recordemos cuando Montaigne habla de que pese a que el Emperador Tácito llenó todas las bibliotecas del Imperio con las obras de su pariente Cornelio Tácito, sólo un ejemplar logró sobrevivir a la persecución infatigable de los sectarios de entonces, en gran parte cristianos, y aunque mutilado a él debemos esa lección de altísima sabiduría y de implacable lucidez que son los ANALES y las HISTORIAS.
Pero el poder de la inteligencia siempre vence a la larga a cualquier amenaza y cacería decretada por la intolerancia. Hasta con la absoluta destrucción física de un libro, si es fundamental perdurará en la memoria de alguien, y será escrito de nuevo y atravesará las edades.
Esa vergüenza humana que es el integrísimo no suele durar mucho - aunque
se mantenga con altibajos a lo largo de los tiempos - como poder absoluto. La luz de la inteligencia limpia, aunque también con sus altibajos, no ha podido ser jamás exterminada.
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Y efectivamente Tácito es una muestra perfecta de dicha inteligencia, sobre todo en sus Anales. ¿Quién, que los haya leído, puede dejar de hacerlo?
ResponderEliminarTácito es maravilloso, pero también Montaigne, uno de los últimos romanos. Tienes que leerloooo, Noe!
ResponderEliminarLa inteligencia tal vez venza en espiritu, pero cuantas obras se han perdido en el camino? Cuantas obras de las que siquiera conocemos, se habran quemado en manos de aquellos intransigentes?
ResponderEliminarQuiero pensar que algo queda de ellas, aunque solo sea como polvo o ceniza. Cenizas de arte que quizas inspiraron a otros maestros. Pero el hecho de que esa luz tan evocadora de la que hablas, haya sido desterrado a circulos casi personales, para mi es sintoma de que los intransigentes ganaron, ya tiempo atras.
Pd: Como siempre, un placer leerte.
En medio del horror, se agradecen pensamientos así, "pensamientos de mediodía", como los llamaba El Viejo Cabeza de Pólvora. Me recuerda aquello que dijo Jefferson de que "La verdad se sostiene sola. Únicamente la mentira necesita apoyo del gobierno".
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