viernes, 6 de julio de 2012

RECONVERSION IV _ HISTORIA NACIONAL DE LA INFAMIA

Hay una palabra murciana, por crujido, que es mucho más definitiva en su eufonía: crujetazo. Desde luego "dice" más sobre nuestro lamentable presente y el indescifrable pero seguramente descarnado futuro. Esto es: Vamos a pegar el crujetazo.
 Con Europa o sin Europa - y a su vez, Europa (sobre todo después de la lamentable toma del poder por Hollande y los suyos), no tardará en seguirnos por este Valle de Lágrimas -, con gastos tipo Carpanta o con el frenesí de la máquina billetera descontrolada; con promesas de una cercana recuperación o con los alaridos de Casandra de los mejor informados y más lúcidos: vamos a pegar el crujetazo.
 ¿Se trata de una maldición divina? ¿De la peste negra que cae sobre nosotros, inexplicable, de la que nadie es responsable, que asolará nuestra sociedad hasta que un buen día, también sin saber por qué, se extinga? ¿No podemos hacer nada sino sufrir y esconder la cabeza?. No. No se trata de ninguna maldición. Se trata del resultado de una mala gestión de los asuntos públicos, y los responsables son los gobiernos que la han cebado.
Como no hay espacio para remontarnos a la desmesura totalitaria que invade el mundo sobre todo después de 1945,o hablar de qué ha sucedido en otras naciones (Francia no deja de ser el "enfermo de Europa" que ya era; EE.UU estuvo cercano a un crujetazo cuando sus mandatos avanzaron resueltamente por la vía de la intervención en la libre marcha de su gente; y qué comentar de Italia o Grecia, tan adoradores de San Subvenciones) y ya que, desafortunadamente, somos españoles, reflexionemos sobre España.
Cuando se produjo lo que tan inconscientemente se alaba como " Transición modelo" los gobernantes propusieron a la nación - que lo aceptó - una estructura del Estado que per se era ya imposible política e insostenible económicamente desde su gestación. Partía de la inmensa falsedad de que España no era una nación consolidada desde hacía ya varios siglos, con sus particularísimos, como casi todas, pero bastante trabados por la Historia, el comercio y las vinculaciones humanas y familiares.
 Las consecuencias - que hasta el más idiota podía comprender - de esa falacia podemos sufrirlas todos hoy en el avance brutal de ciertos nacionalismos y en el saqueo de la caja común por parte de esos nacionalismos y del resto de autonomías que se incorporaron al pillaje.
 Los padres de la Patria no sólo estaban ciegos, sino que eran lo suficientemente cobardes como para ir permitiendo la progresiva e implacable cebadura de dichas autonomías y la incorporación a sus administraciones de miles y miles y miles de rapaces, hasta constituir una "casta" privilegiada, ajena al interés general, atenta sólo a su provecho y, consecuentemente aferrada a esos privilegios y a esa posición donde depredar es fácil, y ciega tambien a las consecuencias de sus actos. En una entrevista que me hicieron allá por los primeros 80, yo dije que las autonomías eran "una carísima ineficacia". Algunos lo pensábamos. Lo seguimos pensando.
 El destazamiento moral de nuestra sociedad, su vasallaje, la conversión de la Enseñanza en basura, de la Ley en desorden, de la corrupción en norma … y lo que tenga que caer aun sobre nosotros, no es una maldición bíblica, sino el resultado de ese proceso.
No hay ninguna posibilidad de salir de nuestra miserable situación actual sin una total reconversión del Estado y supresión de ese estigma que son las Autonomías, o su reducción hasta casi lo inexistente, junto a una profunda modificación de la Ley electoral.
Nuestros gobernantes no sólo han sido ciegos y cobardes ante ese proceso disgregador y de asolamiento, sino que comprobando lo fácil que resultaba esquilmar a la sociedad - que jamás se rebeló contra ello - consiguieron domesticarla con subvenciones inicuas, falsa prosperidad y mentiras que el más débil razonamiento hubiera considerado injuriosas, pero que han sido digeridas satisfactoriamente por los electores.
 Y bien: tampoco hay posibilidad de salir de nuestro agujero menesteroso sin la eliminación de toda subvención inútil - empezando por la Patronal, partidos políticos,sindicatos,ONGs, etc etc etc - y convenciendo a la gente de que si bien puede tener derecho a gozar de, por ejemplo, una Sanidad digna y general, no lo tiene a polideportivos, radios, TVs pagados con dinero público, ni auditorios, ni festejos, ni ni ni ni... En ese "ni ni ni ni" pondríamos enumerar muchas urgencias: He oído decir que España sobrelleva unos 3.500.000 funcionarios; bastaría 1.000.000 escaso , y obviamente todos de carrera. Me confirman unos 8.000 ayuntamientos cuando sobraría con 2.000 y eso generosamente. No sé cuántos miles de empresas públicas se han organizado para garantizarse por parte de los poderes que nos saquean, un clientelismo obediente, y de esas sobran todas. Parece ser que de los 60.000 políticos con los que sería más que suficiente, hemos alcanzado la notable cantidad de 450.000. Naturalmente no todos los cambios pueden desarrollarse con la misma celeridad: algunos podrían llevarse a cabo de forma inmediata - anulación de subvenciones,comienzo del desmantelamiento autonómico,etc - ; otros, como la reducción del funcionariado requeriría más tiempo. Lo que si es importante considerar es que el proceso de adelgazamiento del Estado no puede aislarse de la regeneración moral de la sociedad.
 En fin, sugiero que o ponemos todo esto en orden o aceptamos como españoles acostumbrados al desamparo, la arbitrariedad y el espanto, cuanto pueda depararnos ese futuro descarnado de que hablaba al principio. Seguiremos hablando.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por decir lo que piensa y por su blog que he descubierto hace unos días. Estoy de acuerdo con esto, pero el problema adicional es que quienes podrían y deberían desmantelar esto forman parte del monstruo que les alimenta... y no van a querer autoinmolarse. Hace unos meses tuve que hacer un "Quién es quién" local y autonómico relacionado con medio ambiente. Era desolador: la gran mayoría de concejales o consejeros habían cursado en el mejor de los casos una licenciatura, nada más, y luego, directamente, habían pasado a la vida política en el sentido de vida de partido (la vida política debería de ser otra cosa). No tenían otra experiencia laboral que esa. ¿Esas personas con tan escasa preparación y curriculo van a salir ahora "al mercado" a buscar trabajo tal y como está el patio? ¿Van a cerrar el chiringuito autonómico, local, o a limitarlo cuando ellos viven de él? No lo creo. Había excepciones que chocaban precisamente por ser tales, personas con vida laboral previa y rica, un par de ingenierías, algo, pero la amplia mayoría era del perfil "juventudes socialistas o peperas" y acabada la carrera ya tengo trabajo... No hay talla moral en el PP ni desde luego en el PSOE para dar carpetazo y decirle a un altísimo porcentaje de su gente que esto se ha acabado. Morirán con las botas puestas y nos harán morir a todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente Aurora, todo lo que dices es la triste realidad, pero aún diria más, todo este entramado forma parte del "sistema", que ya se encargado de formar una casta de privilegiados que nunca van a querer dejarlo, el que no este de acuerdo que se salga,o lo sacan, pero lo peor, es que reconozco que si nosotros mismos que lo criticamos, entraramos en el, ¡¡quizas hariamos lo mismo¡¡ este cambio que queremos solo lo veo posible de dos formas : porque nos intervengan y nos obliguen a racionalizar por presiones financieras o porque antes nos hartemos todos y digamos ¡¡con nuestro dinero no¡¡ y dejemos de pagar, plena utopia.

      Eliminar
  2. Estoy de acuerdo con Aurora. No van a rectificar. Huirán hacia adelante, como siempre, arrastrándonos al abismo consigo. Sólo el poder judicial podría hacer algo para evitarlo, pero también a éste lo tienen bien amarrado -cualquier cosa excepto independiente-, además de exangüe (en España hacen falta otros cinco mil jueces aparte de los cinco mil que ya hay). Como bien dices, desafortunadamente, somos españoles, así que no lo veremos. Sin embargo, creo que está bien decirlo. Hay que repetirlo una y mil veces, por más obvio que parezca y por ingrato que sea tener que recordar constantemente lo obvio.

    ResponderEliminar