Consecuencia
de una entrevista que me hizo Emilia Landaluce en EL MUNDO de 5 de Noviembre
pasado, estoy recibiendo muchos correos y llamadas de personas que se sienten
agradecidas de que alguien, dicen, a quien respetan, confirme lo que ellos
piensan. Y algunos me piden que si puedo extenderme en ciertos puntos de esa
entrevista.
Quiero
aclarar algo: Yo no soy un “pensador”, sino un escritor. Sin duda he llegado a
afinar algunas ideas sobre la vida, el mundo donde me encuentro y, obviamente,
la situación social y política de nuestra sociedad. Pero mis conjeturas,
estando cada día menos seguro de si lo que considero es acertado o no, son el
resultado de mi experiencia personal, de no haber desdeñado ese sentido común
que mis mayores sembraron en mí, y por supuesto sujetas a ser refutadas por
cualquier idea mejor.
Creo
que el mundo ha tomado un rumbo caótico, trágico muchas veces. Los que rigen
nuestro destino -porque nos pongamos como nos pongamos, lo condicionan-,
gobiernos de toda bandera, asesinos enloquecidos de revoluciones imposibles, multinacionales, banca, el comercio
de las armas...
y Dios sabe quién, cada vez me parecen más insensibles al dolor humano, más
incultos, más despiadados, profundamente inmorales cuando no decididamente
criminales. Y a mí lo que me importa es el ser humano, su seguridad, su
libertad, sus posibilidades de no ser desdichado. Si de algo sé es de
Literatura, de Arte, de Historia, y es de lo que me gusta conversar. Pero
bueno, a veces uno tiene que responder a otras cuestiones...
Muchos
de esos
correos y llamadas que digo, se interesan por mi visión del problema con el que
llaman “mundo Árabe”. En la entrevista yo decía que a mi entender, sería
“nuestro” problema. Porque los integristas y su ala yihadista, lo tienen muy
claro; y porque gran parte de la población donde se mueven y reclutan, aún no
siendo violentos, sin embargo asienten con su silencio y de alguna forma creen en
ese camino insensato y bestial. Y me preguntan por mi opinión sobre Qué Hacer.
Y la verdad es que no sé muy bien qué deberíamos hacer. Pero, en todo caso, hay
dos espacios de actuación: En nuestro mundo, la Ley, “nuestras” leyes -si son
las adecuadas o no, si se han relajado o no, si deben modificarse, ajustarse,
endurecerse, etc, sería otro tema y muy complejo-, su cumplimiento riguroso, su
adecuación a esta nueva realidad. Pero siempre, y por supuesto, “nuestras”. En
“su” mundo, si hay un problema con alguna nación, si constituye una amenaza
real y grave, para eso están los ejércitos, y si no hay otra salida, entonces
la guerra “allí”, con la intensidad que requiera. Lamentablemente las que hemos
sostenido y mantenemos, creo que no han sido siempre - no hablo de otras épocas- muy
justificables ni se han desarrollado de forma inteligente, con la dirección más adecuada. Pienso
en la tragedia de la última intervención de EE.UU. en Iraq, en el error catastrófico
de Libia, en la hermosa Siria devastada. Y hay algo que no debemos olvidar, y
que comenté en la entrevista con Landaluce: la culpa que de la actual tensión
en nuestras naciones con la población árabe, tiene el municionamiento
ideológico y el aliento proporcionado por nuestra infame “intelectualidad” de
Izquierda. Es curioso, que la única voz lúcida, verdaderamente enfrentada a los
integristas, entre todos los dirigentes de nuestro mundo, haya sido, y con la
importancia que tiene religiosamente, la del Rey de Marruecos.
Unido
a eso, me preguntan por el problema de la inmigración. Yo estimo que bienvenidos
sean quienes quieran vivir en nuestras naciones. Yo amo sociedades muy
mezcladas, transfundiéndose unos a otros vitalidad, ideas y sangre nuevas, altas formas de cultura. Y
que lo mejor vaya imponiéndose a lo inferior. Eso es hermoso. Pero por supuesto
hasta donde sea económicamente posible y todos bajo nuestras leyes y digamos no
cuestionando el “ser europeo”, porque es nuestra forma de vida lo que ha hecho
atractiva esa Europa donde vivir materialmente mejor que en sus países de
origen. Aunque desde luego muchas de esas ventajas son ya insostenibles.
Desgraciadamente es esa llamada económica lo único me parece que los motiva,
porque espiritualmente no creo que ya seamos muy seductores. Pienso que lo
único que debe respetarse, que no es nuestro, es la Religión, pero siempre que
se mantenga en un ámbito personal y no manifieste nada que se oponga a nuestras
leyes y costumbres. Claro que ahí el problema es en qué se han convertido
nuestras leyes.
También
se interesan por lo que yo pueda considerar como caminos que mejoren la
situación española.
¿Que
puede haber caminos que mejoren a España? Sí, supongo que sí. Pero todos los
que a mí me parecen buenos serían de un andar lentísimo, y si me apuran,
imposibles. Porque soy partidario de tratar de ir modificando este disparate de
las Autonomías, reduciendo sus competencias, algunas de ellas suprimiéndolas de
inmediato; ir limitando el poder del Estado,
disminuyéndolo, devolviendo a la sociedad lo que sólo a ella pertenece; una
consecuente bajada de impuestos derivándolos mucho a los indirectos; otra ley electoral, desde luego con algo
imprescindible para España, que sería la segunda vuelta; que el Legislativo
tuviera unos límites al poder de las mayoría, quiero decir que no todo es
“elegible”, no todo puede convertirse en Ley porque la mayoría lo apruebe,
cuando hay límites más allá de los cuales sólo está el Horror; ir eliminando
todo tipo de subvenciones, las políticas todas, claro -como dice Quevedo, la
música páguela quien la oyere-; un poder Judicial sin la más mínima vinculación
política; unas leyes que garanticen y protejan sin resquicio nuestras
libertades (con el único límite de sancionar severamente lo que se demuestre falso
y lesivo para la sociedad) y la propiedad; ir privatizando todo lo posible con
el fin de reducir al máximo cuanto depende del dinero público; una Enseñanza
que no deshonre su nombre; y sobre todo, una rigurosa y limpia batalla de las
ideas explicando a la nación, pero con verdad, qué es, su Historia, por qué ha
sucedido cuanto ha sucedido, qué ha demostrado a lo largo del tiempo que es
mejor para la sociedad y que es letal; y creo que no estaría mal un serio
castigo para quienes mientan; en fin... Pero todo esto no lo veo posible, y el
camino sería larguísimo, y supongo que en ese tiempo surgirán situaciones muy
intolerables a las que no sabremos responder adecuadamente. No, no me pregunte
sobre esto a mí, porque cuanto puedo decirle no imagino que tenga posibilidades
de realizarse.
También
he recibido correos donde lo que se cuestiona de alguna forma es mi “defensa”
del Capitalismo. Y creo que es un error, o acaso yo no me he expresado bien. A
sus manifestaciones actuales, bueno, ya desde hace tiempo, les pongo muchos
reparos. Lo que yo he comprobado, tanto por lo que he leído como por lo que he
visto personalmente, es que aquellos pueblos que entraron en el desarrollo
capitalista, han evolucionado rápidamente hacia la prosperidad, la gente, cada vez
más personas están al amparo de la inclemencia social, mejora su salud,
disfrutan de muchos más bienes, etc. Quiero decir que lo que ha hecho que los
seres humanos, y cada vez más, hayan salido de la miseria, y esto en todos los
continentes, ha sido el capitalismo. Y he visto que cuando las sociedades han
caído bajo el socialismo, se han empobrecido, y si ya es bajo el comunismo, entonces se produce una
condena a la hambruna, al exterminio. Eso no quiere decir que yo no encuentre
muchos vacíos en el capitalismo, pero seguramente son vacíos que no es la
economía la responsable de llenarlos, sino la energía social deseando ser cada
vez mejor en todos los sentidos, lo que no creo que esté sucediendo. El único camino que ha
probado ser eficaz es el libre mercado, pero verdaderamente libre.
También
me preguntan sobre si veo el discurso de la Literatura tan degradado como el
del Arte. Por lo que compruebo cada día, e in crescendo, la Literatura, aunque
ahí es menos tentador para que los aprovechados metan el diente, porque no
genera tanto dinero como el arte, y aún quedan cabezas limpias, no deja de
estar hoy ocupada por una mayoría de estafadores que están muy a gusto con que
el libro se haya convertido en un negocio y sobre todo mendigando subvenciones.
Me
dicen que no dejaba muy claro -más allá de mi alusión a los campos de concentración
(que es dónde se suele terminar con todos estos visionarios) - lo que pienso
sobre Podemos. Yo sé poco de ellos, porque como comprenderán no es gente que yo
trate, y no sé más de lo que he podido leer, y leo poco, en la prensa, o cuando
pasando canales en la televisión he sentido la vergüenza de ver un personal con
ese aspecto y esas expresiones incultas y mitineras en el Congreso de los
Diputados. Pero por lo poco que sé, me parece una fuerza que tendrá poco
recorrido, porque se montaron a caballo de algo socialmente explicable, que
era, o es, el malestar ciudadano ante la corrupción y la ineficacia política,
pero engañando a esa esperanza y, sobre todo, amalgamando una serie de
descerebradas corrientes, sin programa, sin ideas, sin nada más que su
resentimiento e, imagino, sus ganas de medrar. Yo creo que la cúpula de ese
movimiento es bastante fácil desenmascararla. Y pese a que -Santa Lucía les
mejore la vista- han engordado por el inmenso apoyo por parte del gobierno en
televisiones y demás, y se les permite mentir descaradamente sin enfrentarles
razonamientos en público que los destruiría, la gente que les vaya quedando
terminará por darse cuenta de quiénes y de que forma miserable los usan para
sus propios fines. El hecho de que hayan perdido en tan pocos meses tanto
electorado, y el que ahora perderían aún más si hubiera elecciones, ya es un
aviso de donde pueden acabar. No tienen nada que proponer, y hasta sus métodos
están copiados de los nazis, ni siquiera de los bolcheviques.
Yo no siento por Podemos sino un absoluto desprecio y una profunda humillación porque tales esperpentos hayan podido
manifestarse en España.
Y
por último, en lo que más dudas tienen quienes suelen estar de acuerdo conmigo,
es en mis reflexiones sobre la Enseñanza. Hay muchas dudas sobre su
privatización. Debo decir que yo no sólo soy partidario de privatizar al máximo
ese espacio, sino que lo soy también sobre la Sanidad, las Pensiones, en fin,
sobre casi todo. El dinero público, y siempre bajo una gestión tan cuidadosa
como la privada, debe estar para casos excepcionales, que verdaderamente no
puedan hacer frente a esos gastos; en ese caso sí creo que nuestras sociedades
son ya lo suficientemente ricas como para proteger a esos desamparados, y puede
cubrirse su necesidad -¿pero por qué olvidar que en muchas naciones hay
generosas aportaciones privadas atendiendo esa urgencia?- con una gestión muy
cercana, municipal, con seguimiento riguroso de esas excepciones. El resto de
la población, de acuerdo a sus medios, debería hacer frente a sus gastos,
elegir opciones libres que los protegiesen, y ahorrar, y usar libremente su
dinero -pues ellos son los más adecuados para cuidarlo y no el Estado- que
obviamente estaría muy liberado de la depredación de los impuestos.